domingo, 27 de enero de 2013

La cara oculta de la luna...

Cuan mariposa puteada por estar todavía en fase capullo, así me siento yo de vez en cuando al hablar de lo que a mí me gusta. ¿Dónde quedó la gente con ganas de pensar, de adentrarse en lo más profundo de su ser, de hacer un viaje al país de nunca jamás?


Creo que hace tiempo que murieron los idealistas, los que saben que van a morir de hambre por estudiar una carrera "no-práctica", los que están encantados de ser abofeteados por una mente superior porque se llevan a casa esa bofetada y se la miran al espejo para maravillarse con la enseñanza. Me toca los "kinder" la gente que me dice: "no me rayes con tu filosofía, que bastante tengo ya".... pobres mentes inferiores.

Si supieran lo maravilloso que es este mundo, en el que te das cuenta de la "tragicidad de la existencia" en el sentido de que hagas lo que hagas, siempre por A o por B te vas a comer la cabeza, te vas a rayar y llorarás descosido hasta quedarte dormido. ¿En qué momento pasamos de ser vivos soñadores a muertos vivientes? Qué maravilloso saber que esto es así y seguir levantandote cada mañana a comerte el mundo. Admiro a la gente que piensa, y piensa y piensa, y cuando tiene un rato libre: piensa. 

La belleza de lo oculto
Claro que hay momentos en los que lo único que queremos es profanar las tumbas de nuestros amados filósofos para despertarlos y preguntarles: ¿de que coño vas en tu libro? Pero más allá de estos momentos de desbocada locura, el verdadero espíritu de la filosofía radica en buscar ante todo una alternativa a lo que los demás hacen, cansarte de mirar la parte visible de la luna. Muchos son los que me han llamado loco, inconsciente, absurdo a lo largo de estos 4 años ya; y es ahora cuando me doy cuenta de que lo que he hecho no lo cambiaría por nada, ni cuando repetí primero de licenciatura y me pasé a grado, ni de lo vago que soy cuando llega la época de exámenes. Me enorgullezco de mí mismo cuando de una manera u otra salgo adelante, cuando despliego las alas y me pongo a correr en vez de volar, soy así de idiota.


Esta carrera es fácil, no encierra un gran complejidad, somos nosotros nuestro mayores enemigos. Los filósofos somos así, podemos estar separados o unidos, pero jamás destruídos. No nos rendimos ante las adversidades, ni ante los bocazas que hablan de que esto no nos dará de comer. Me gusta decir con cada mirada y cada sonrisa: moriré con ideales pero habré aprendido a vivir. Quien se cree en posesión de la verdad absoluta, lo único que hace es legitimar su propia mentira. Hemos aprendido que no existe ni la verdad ni la mentira, ni el ser ni el no-ser; todo depende de perspectivas, de puntos de vista. 

¿Subes o bajas?
"Lo bello de la filosofía es buscar un fin último sin jamás llegar a encontrarlo", esta es mi máxima experiencia estética. Somos adictos a morir en el intento; cuando creemos que hemos llegado al fondo del asunto, aparece alguien que rompe nuestros esquemas. En mi caso, adoro equivocarme porque vuelvo a replantearme todo, abarco más campo y a la hora de hablar no se me queda la boca cerrada, doy mi opinión que tiene la misma validez que la de mi oponente. Lo bello de vivir buscando algo que nunca encontrarás es que en último término... eres libre. 

"La verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimientos, sino el hecho de rehusarse a adquirirlos" - Karl Popper

lunes, 7 de enero de 2013

La senda del héroe trágico...

Y tan rápido como vinieron se fueron las ansiadas "vacaciones" de invierno. Después de dos semanas ajetreadas de idas y venidas, de quedadas y demás historias, por fin hoy me he decidido a sentarme frente al ordenador y escribir.

Sinceramente no tengo mucho que decir. Pero sé que cuando hago esto, por un momento, y sólo en ese momento, tengo los limitados sentidos enfocados en una sola cosa. En la última entrada ya lo dije, no tenemos tiempo para sentarnos un segundo y reflexionar sobre lo que nos sucede; nos quedamos en silencio sin ser mudos.

Sören Kierkegaard
Hoy me he despertado con una extraña sensación que la gente da muchos nombres e infinidad de adjetivos, pero yo la suelo llamar "tristeza". Sí, ya os advertí, no tengo mucho que decir, salvo que durante las últimas dos horas he estado leyendo al enigmático Sören Kierkegaard (filósofo danés) y ha despertado en mí eso que él apropiadamente llama la "Anfaegtelse" o lo que diríamos en español: la duda o inquietud ante los acontecimientos venideros, ese qué me cabe esperar kantiano tantas veces repetido en el instituto.

Si bien nuestro filósofo danés lo enfoca hacia el aspecto religioso de la fe, el misterio de lo absurdo y la consiguiente confrontación entre el deseo y el deber; a mí, me ha tocado la fibra en el aspecto último del héroe trágico. Ese ser que está dentro del mundo pero no absolutamente, ya que inmerso en lo general, es repudiado y no es comprendido. Del mismo modo que maravillosamente se expuso en el "Retrato de un monstruo" y la idea de la sociedad enferma, uno a veces se levanta de la cama con la sensación de que son pocas personas las que le entienden y precisamente por eso, estas personas son las más valiosas. 

La irremediable consecuencia que le espera a este héore trágico es ser comprendido por poca gente, del mismo modo que le sucedió a Kierkegaard con su comunicación indirecta. Si algo es difícil, mejor, eso mostrará la nobleza de su espíritu. 

Muchas veces tenemos que lidiar con situaciones y momentos que nos superan igual que una montaña sin límite conocido.Hay momentos en los que tienes que sacar la fuerza y la entereza necesarias para hacer salir las cosas adelante, y no es hasta que las lágrimas corren una peculiar carrera por tu rostro cuando tu misión ha concluido. Ahí es cuando sale a relucir esa parte de héroe que tenemos todos, en los momentos jodidos. Es en los viejos y malos tiempos cuando se aprenden las mejores cosas. No se me olvida.


¿Ser o no-ser?
La duda que me asalta ahora es: ¿hasta qué punto, podemos resistir sin ser comprendidos? ¿qué nos depara el futuro? Sólo el tiempo sirve de escudo y de sanador de heridas profundas. Yo sigo con mi constante espíritu de cambio, nunca estático, siempre dinámico. Ojalá hayáis conocido un héroe trágico en vuestra vida, una persona que no sea fácil de conocer del todo y que poca gente pueda ver dentro de él/ella. Yo tengo la suerte de rodearme de algunos, con mayor o menor fortuna, pero siempre con la idea clara de que son una pieza que no encaja en el puzzle, una extraña figura en una maquiavélica partida de ajedrez donde el movimiento que hagan ellos siempre va a hacer que irremediablemente te muevas tú.