martes, 7 de enero de 2014

"En la distancia..."


Kilómetros, metros, centímetros, milímetros. Saliva. Y así todos los días. Quién pudiera ser tiempo para abrazarte, abarcarte, besarte, acurrucarte, foll-arte. Dominar el tiempo como quien domina su corazón. Pierdo el tren al pensarte. Suerte que faltan 300 segundos para que vuelva a gritarme. Es tan romántico todo. Las puertas del siguiente se abren, cuerpos que rozan sus abrigos, caras serias, ojos perdidos. Mi corazón se acelera, me miran. Ah no, miraba el plano detrás de mí, imbécil. Yo sigo a lo mío, mirando a la nada y pensando en todo.
En el reflejo aparece como un fantasma una chica que lee. ESTÁ LEYENDO. Marciana. ¿Qué haces que no miras el móvil? Que tal vez te hablan. Ella sigue a lo suyo, sumergida en su mundo. Tan bella, tan tranquila, tan distante.

¿Qué lees, joven desconocida?
“La vida es sueño” consigo distinguir por el rabillo del ojo. Sé que es de Calderón de la Barca, pero nada más. Ignorante (¿por qué no le hiciste caso a tu profesor de Lengua en el instituto?) Ahora he perdido mi oportunidad de acercarme a hablarle. Voy a intentar no darle más importancia, total… tampoco la he mirado tanto. Sólo su cabello castaño, sus ojos color café (o coca-cola… veneno americano), su abrigo blanco, sus pantalones pitillo azules, sus botines a juego… oh wait… SHIT.
¿Por qué soy tan gato y me mata la curiosidad? En un lenguaje casi inaudible (de esos que sólo se hablan a las 5 de la mañana para susurrar a la persona que está a tu lado durmiendo si tiene frío) exclamo preso de la desesperación: “… la vida es sueño…” y como una ráfaga de viento subsahariano escucho al otro lado del vagón “…y los sueños, sueños son…”
No me hacía falta saber quién había dicho eso. No la mire, y me empecé a reír. Vergüenza máxima, parálisis física, corazón congelado pero latiendo a mucha velocidad.

Por fin, mi parada. Salgo corriendo como un dibujo animado. Y tanto que estoy animado. No sé quién era, pero ese día fue la persona que me sacó la sonrisa más sincera. Sin embargo, es hora de volver al mundo real, dejar de escribir todo con rima. Dejar de perturbar cabezas, seguir viviendo mi vida.