miércoles, 27 de febrero de 2013

Los pequeños detalles...

Amanece un nuevo día en mi habitación. El despertador grita con fuerza y me arrastra de la cama sin que pueda oponer mucha resistencia. Finalmente me decido a levantarme del cómodo colchón donde todo puede hacerse realidad y miro por la ventana. Qué grata sorpresa me llevo al ver que caen lágrimas del cielo, las cuales el viento arrastra de este a oeste en una armónica sincronización para al final descansar aleatoriamente en el mundo de los humanos. 

Este pequeño baile improvisado arranca la primera sonrisa de mi boca y el día ha cambiado por completo. No estoy disgustado por el brusco despertar, ni tampoco por el frío que me hace temblar. Hace mucho tiempo que esas cosas me dejaron de importar y ahora busco la importancia en los pequeños detalles, y ¿qué hay más pequeño y armonioso que los copos de nieve al caer?

Durante diez minutos dejó de pensar en obligaciones, horarios, preocupaciones y todo lo demás; es una grata sensación dejar por un rato que nuestros ojos se deleiten con los pequeños detalles. Recuerdo que la última vez que nevó estaba paseando por Madrid con una amiga y recuerdo nuestra expresión de asombro al alzar la vista, y ver que en nuestros abrigos se posaban pequeños copos blancos de nieve. Como si dos críos volviéramos a ser, empezamos a saltar, reír y jugar, ¿acaso está mal volver a ser niños en un mundo de adultos?

Belleza silenciosa...
Para mí, ha sido la sorpresa más grata en semanas y para los medios informativos, sólo merece la atención tres minutos de su "valioso" tiempo. Mañana dicen que va a volver a nevar, ojalá sea verdad. Sé que volveré a maravillarme con los pequeños detalles y volveré a ser un niño que no quiere crecer por mucho que le presionen. Lo bueno de mañana es que no me pilla de sorpresa, sé lo que voy a ver por la ventana cuando me despierte y sé que sonreiré. Cuando mire mi reloj no tendré el tiempo pisándome los talones ya que yo controlo mis sueños, y ser feliz cada día es mi pequeño detalle.

jueves, 14 de febrero de 2013

Capullos y animales...

Qué duro es despertar cada mañana en este mundo gris, sabiendo que hay muchas cosas que hacer y muchos temas que pensar, esto es realmente agotador. Sin embargo lo más triste es darse cuenta de que gasto mi tiempo, atención y dinero en cosas que no son lo que me dijeron que eran... en ramos de rosas que ya no huelen bien. Dicen las buenas lenguas que su raíz hace mucho murió. Ya no volveran a florecer con la misma intensidad que antaño y aunque todo se viera en blanco y negro, muchos recuerdan que las rosas implicaban el rojo de "la pasión". Con ella se podían defender unos ideales por muy alocados que fueran o por muy utópicos que parecieran. Hoy, aquellos florecientes caballeros, ya no tienen la suficiente pasión para adornar sus ventanas. Se han quedado con el tallo en la mano, y los pétalos, tristemente se los llevó un huracan llamado tiempo. Pero bueno, basta de lamentos y pensamientos sin luz, demasiado bello es el mundo para quedarse a oscuras.

Madre Naturaleza
Intento despejar mi cabeza y me voy a la playa a dar un paseo. Mis ojos miran hacia arriba para ver si el sol me quiere saludar, pero para mi "no-sorpresa" las gaviotas ya están haciendo de las suyas otra vez. Persiguen barcos pesqueros que van a bancos de peces pequeños que no terminan de madurar. Parece ser que les llegó la hora de morir... Mientras tanto yo sigo caminando (qué descuidada está la playa, madre mía) y recuerdo que antes solía pasear por aquí con mis amigos. Éramos jóvenes y el futuro se abría ante nosotros desplegando su majestuoso repertorio de profesiones y vocaciones. Ahora si lo que estudias no te da trabajo, ya te dan por muerto incluso antes de que tu corazón se detenga por completo, qué sádico se ha vuelto el mundo... ya no hay sitio para el loco. Siento que la naturaleza me llama. Estoy convencido de que algo me quiere decir pero el volumen de los piquetes de los astilleros interrumpe mi particular conversación con la madre naturaleza. Me giro y súbitamente, unos ojos llenos de lágrimas y desazón se clavan en los míos, mi corazón se acelera, el tiempo se ralentiza y recuerdo cuando llorar era algo muy particular y extraño.

Hace varios años que sufrimos una terrible situación, lo escuchas todos los días en la televisión bicolor: "el Sol se está apagando" Me acuerdo que un día hubo un espectáculo de pirotecnia y marionetas, salimos todos de nuestras casas y nos fuimos directos a las plazas y a las calles desde donde se podía ver mejor el acontecimiento. Fue maravilloso. En esos días la gente sonreía con fuerza y energía y parecía que teníamos el mundo a nuestros pies. Gritábamos, cantábamos y debatíamos sobre el siguiente show anunciado en cartelera. Sin embargo las risas se apagaron y con ellas el Sol. El espectáculo duró unas cuantas semanas y aún hoy se ven espectáculos parecidos pero no de tanta magnitud como aquel 15 de mayo.

Muchas cosas han sucedido desde entonces y los ojos alegres han hecho un intercambio de ERASMUS con las ojeras de las noches en vela. Somos pocos los que quedamos en pie, aguantando el temporal de lluvia y frío que asola este pequeño país mediterráneo; he oído en las pseudo-noticias que el temporal arreciará en unos años pero en un lugar donde el tiempo es incierto, ¿quién se fía del hombre del tiempo?

El Sol siempre está por encima
Es todo tan triste y patético, ojalá mis hijos no tuvieran que ver en qué hemos convertido lo que nuestros antepasados tardaron tanto en conseguir. En la calle se rumorea que hay personas que son felices, desgraciadamente las informaciones son contradictorias y eso crea aún más confusión de la existente. Antes se luchaba por unos ideales, ahora ideamos formas de luchar; antes preguntábamos antes de disparar y ahora se dispara por preguntar. Solo espero que este temporal que está dejando un reguero de odio, enfado y sumisión a su paso, arrecie pronto. Que las rosas huelan a rosas, y las gaviotas puedan volar por el mero placer de volar; pero para que esto suceda, debe haber algo por encima que los vigile... ese algo es el Sol.

sábado, 9 de febrero de 2013

La noche madrileña...

Tres personas. No hace falta más. Soy de la idea de que no importa la cantidad, sino la calidad y ayer entre los tres juntábamos a más gente de la que los ojos del vulgo puede ver a simple vista. Como siempre, unas copas por aquí, unas copas por allá, un poco de jugar al famoso "yo nunca" y volver a ser críos que se ríen con el más mínimo comentario fuera de tono. Me quedo con esa idea nietzscheana de volver a ser niños.


Soledad nocturna
Bailamos como nunca, pasamos frío e hicimos la noche nuestra. Sin embargo ya muchos me conocéis, no tengo aguante para las fiestas ni para la bebida, sinceramente no me gusta, me tomo una copa y ya estoy hecho. Ante la situación de cansancio salí de la discoteca y me dije que no podía ser que tuviera Madrid a mi entera disposición. Hice una de esas cosas que recuerdas toda tu vida por lo extraño y a la vez tremendo del asunto. Para los que conozcáis Madrid sabéis que caminar desde Moncloa a Atocha da qué pensar un buen rato.


Me dí cuenta de que no hace falta nada más que tu propia cabeza, tus pensamientos y tus pies para pasar un rato único e inolvidable con uno mismo. Totalmente necesario. Ayer volví a reafirmarme en lo que ya sé, que no hace falta beber ni salir de fiesta para pasártelo bien.

Mientras iba esquivando a los borrachos y a los relaciones públicas de las distintas discotecas de la zona de baile madrileña por excelencia, iba sacando de mi bolso mis eternos cascos para escuchar un poco de música y amenizarme el tremendo paseo que quedaba por delante. Me daba cuenta de lo trágico que es ver a los jóvenes tirados en los diferentes portales que rodean Moncloa (algunos en situaciones muy embarazosas); ¿acaso soy demasiado raro por no querer ponerme así?

Puerta del Sol a las 4 de la mañana
Mi HERMOSO paseo duro alrededor de una hora, tuve tiempo de ver Madrid como nunca la había visto, sin el ajetreo de la gente, como si le quitaras la nieve a las montañas en invierno. La ciudad estaba desnuda, frágil, carente de glamour pero eso no impide disfrutar de la belleza de lo feo. 

Si tenéis la oportunidad de hacerlo, no lo penséis, hacedlo. Aunque os duelan los pies, la espalda y la cabeza al día siguiente, lo recordaréis con entusiasmo e incluso os llegaréis a decir que ojalá lo pudieráis hacer todas las noches. Hoy me he levantado con la sensación de que me lo pase como nunca, porque baile, disfruté y caminé como un niño en una ciudad de fantasía.



Agradecido, metido, subsumido, IDO...

Llevo unos cuantos días reflexionando (como siempre) sobre el valor de lo que hacemos, lo que decimos e incluso lo que dejamos de hacer. Cada vez soy más consciente de que la carrera que estoy haciendo, o viviendo desde mi punto de vista; me recarga y me renueva a la par que me consume.

Freedom

Hace unos días dije algo así como que mi día a día era levantarme, leer, desayunar y ponerme a hablar de filosofía, a tratar con otros filósofos una solución a la destrucción a la que somos sometidos día tras día, año tras año, siglo tras siglo. 

Uno de mis profesores de la UCM, el fantástico José Luis Villacañas trató este asunto hace bien poco en un maravilloso artículo ( por si os interesa os dejo el enlace aquí) que me dejó tanto triste como complacido. Puede que no seamos los mejores amigos del hombre de a pie; ¿tan difícil es que alguien nos entienda? Me sucede a menudo que cuando intento explicar las razones de por qué estoy en este pequeño gran mundo, me quedo sin palabras (uno de esos momentos de silencio que son tan necesarios a veces).

En ocasiones pienso que tal vez conseguiría más estudiando una carrera que me diera una cierta ventaja laboral contra otras personas, a las que ahora llamamos competidores y en algunos casos, enemigos. Tal vez. Pero se lo decía a una amiga el otro día y me salió del alma, en un arrebato de sinceridad con ella y conmigo mismo, "no sería feliz". Nos hemos olvidado de ser felices con lo que creemos, pensamos o hacemos. Estamos tan jodidamente alienados a quedar bien y a no molestar que nos olvidamos de que las personas que nos deben importar somos nosotros mismos. Gracias Nessa por esta valiosa enseñanza.

Cuando peor lo estaba pasando a nivel emocional y mental me llegaron noticias de que son muchos los filósofos y no-filósofos que valoran mi trabajo y mi forma de pensar. Todos tenemos la idea de permanecer, de perdurar en el tiempo y de que se nos recuerde, pero como decía el maravilloso y genial Freddie Mercury: "the show must go on..." 

Keep fighting!
Cuando empecé hace ya unos 3 años a escribir para mi antiguo blog: Más Que Pensar; y lo dejé y su continuación (¿o ruptura?) un año después que es este pequeño espacio de pensamiento se metió de lleno en mí, no podía llegar a imaginar hasta dónde llegaríamos con esto y lo que yo provocaría en las mentes ajenas.

Es por todas esas muestras de cariño y de aprecio recibidas a lo largo de esta semana por las que os doy las gracias a todos los que estáis al otro lado de la pantalla, aguantándome y soportando mis rayadas mentales. Sólo tenemos dos meses de vida y ya con estos 60 días me habéis demostrado que merece la pena escribir y merece la pena filosofar.


sábado, 2 de febrero de 2013

Sonrisas y miradas...

"Muchos dicen que la inspiración es una perra rabiosa que no termina por llegarles nunca, a mí, por suerte no me llega... la encuentro a la vuelta de cada esquina..." (Yo)

Llego la hora de levantarse, otra vez te voy a ver. Otra vez me vas a ignorar. Lo sé, sé lo que estás pensando, sé que es efímero y limitado el tiempo que tenemos para vernos, pero ese instante no me gustaría que me lo robaras por nada del mundo. Es todo muy triste, la gente te mira, sonríe, y sigue con su vida, no se paran a fijarse en tí, ¿dónde quedaron los modales? Al menos una vista cómplice y ya te harían feliz, muy triste... pero no te preocupes, a mí no me vas a perder, que la gente no sepa apreciar tu belleza no significa que no la tengas.

El tiempo se nos escapa...
Cada mañana aciaga que yo pueda tener, cada momento triste que no me deje vivir, no es nada comparado con el sentimiento que me transmites. Si alguien más me entendiera, sabría que hay momentos en esta vida que merecen ser repetidos una y otra vez 'ad infinitum'. Cruzar unas miradas contigo es uno de esos momentos. Aún recuerdo cómo nos conocimos y que mi primera reacción fue incredulidad, luego sonrisas, y finalmente admiración. Verte es un placer para la vista ciertamente, ojalá alguien más me entendiera.

Nuestro primer encuentro, cierto es, que no fue como en las películas 'hollywoodienses' con una música celestial y una luz que devolvería la vista al más ciego... Sin embargo para mí fue especial, llámame raro, probablemente lo sea, pero dime quién en estos días tiene un minuto para fijarse en tí.

Tus manos, tu cabello desenfadado, la profundidad y en ocasiones tristeza de tus ojos...; como verás no me pierdo ni un sólo detalle de cómo eres, y de cómo actúas. Pero me da igual si tienes miedo de que te conozca la gente tal y como eres, para mí es suficiente.

Pero... maldita sea. Llego tarde otra vez a mis actividades cotidianas, qué rápido me roba el tiempo este mundo. Como ves, nuestro tiempo es escaso y muy limitado. Es nuestro momento de despedirnos. Ojalá pudiera al menos hacerme ver, pero estás tan lejos y a la vez tan cerca que sólo me limito a quedarme en el medio sin llamar mucho la atención. Soy un cobarde, lo admito, pero sólo puedo hacer una cosa: sonreír y mirar. Con un gesto sutil de aprobación giro mi cabeza y me voy con mis pensamientos a otra parte, allí donde no hay de qué preocuparse, no como aquí.

Invisible
Me despido de tí como cada día, sin formular palabra cara a cara, sin acercarme, sólo bailando en mi cabeza, con una melodía elegida apropiadamente por tí. Tú tal vez no lo sepas, pero consigues siempre transportarme a otra dimensión, y la gente que pasa por mi lado son simples trozos de carne, piel y huesos. 

Ojalá algún día nos encontremos bailando al mismo ritmo, por ahora me conformaré con seguir viéndote cada día, al ir a estudiar y al volver a casa. Ese momento es único y mágico; ese momento es el nuestro, mi pequeño gran artista callejero...